La transición energética es un concepto que ha ganado terreno alrededor del mundo y que cada vez, aunque no con el ritmo deseado, se va instaurando con mayor fuerza en países de la región. El propósito para todos es el mismo: contrarrestar el cambio climático global con un menor uso de los combustibles fósiles como el petróleo o el carbón que emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero con una consecuencia negativa para el medio ambiente.
Solo durante el 2022, las emisiones globales de CO2 alcanzaron un nuevo récord, que se estimó en 40,600 millones de toneladas, según las predicciones del informe Global Carbon Project presentada en la COP27. Asimismo, la Agencia Internacional de la Energía prevé que para este año las emisiones de CO2 sigan al mismo ritmo que el año pasado, debido a las previsiones actuales de gasto público que afectan a la inversión en energías verdes.
Para revertir este escenario y lograr las metas hacia la descarbonización, se presenta la oportunidad de un consumo cada vez mayor de energías limpias, como los recursos energéticos renovables derivados del agua, el sol, el viento, la energía térmica y demás. Estas alternativas integradas dentro de las redes eléctricas proyectan un nuevo reto para la transmisión, distribución, almacenamiento, monitoreo y control de la electricidad.
A medida que las energías renovables reemplazan a los combustibles fósiles, las redes deben seguir siendo resistentes y ser más flexibles para adaptarse a las demandas que cambian rápidamente. Es importante señalar que la demanda de energía eléctrica también cambiará en los siguientes años. De acuerdo con estudios recientes sobre la evolución del sistema energético mundial, el consumo de electricidad se duplicará con creces, del 20% (hoy) a más del 40% de la demanda total de energía para 2050.
para el despliegue de procesos que logren como resultado tener un sistema eléctrico flexible, seguro y con capacidad de expansión.
Serán necesarios por e j e m p l o los comp o n e n tes de red innovadores que ut i l i zan electrónica de potencia ya que proporcionarán l a flexibilidad operativa necesaria para permitir que las redes sean más eficientes. Los sensores Esta electricidad, a su vez, se convertirá en la columna vertebral de todo nuestro sistema energético, alimentando todos los elementos de la sociedad moderna, desde el transporte hasta la calefacción y refrigeración, y una gran variedad de procesos industriales.
En ese sentido, es importante estar preparados para esta transformación del sistema energético. Para ello, será necesario contar con herramientas innovadoras que involucren la tecnología necesaria
proporcionarán la información necesaria y las soluciones digitales procesarán la gran cantidad de información en los centros de control de redes inteligentes. Esto permitirá una toma de decisiones más rápida en un entorno mucho más dinámico que nunca antes.
De esta manera, la apuesta por las tecnologías innovadoras en las redes eléctricas será el siguiente paso a tomar en cuenta. Un escenario que permitirá alcanzar las metas hacia un futuro energético sostenible para todos, ya que, delimitando el camino, construyendo un sistema energético global, interconectado y verdaderamente sostenible será clave, no solo para las generaciones actuales sino para el futuro. El cambio está en nuestras manos.